
La ciudad se abre cuando salgo de tu portal,
En frente la catedral y un puesto de castañas.
Hay portales que han visto más amor que iglesias.
No te lleves este invierno, querida.
Ha dejado de llover hace horas
y aún en los charcos
veo reflejados tus piernas.
Escalador del
escarpado
de tus tobillos a tu
cintura.
Una sonrisa superlativa
y unas piernas
pluscuamperfectas.
Aquella mujer vino a
destrozarme la vida
con buenas palabras y
un vaso de vino.
Los imposibles son mentiras
que no han encontrado
su verdad.
La catarsis en un ademán de beso.
Me refugio en tu cueva ombligo
por si hay tormenta
y planto raíces en
tus clavículas.
Paraje acantilado de
infarto.
Una locura que tenga esos ojos.
Túnel interminable.
El peregrinaje en tus labios.
Un banco de deseos tu hoyuelos.