"Ella no es un Ángel, pero se construyó alas con versos
para poder volar."
Acabo de ver a la sonrisa más triste de este tren. No se como ni
porqué pero ella sonríe triste y se esconde en sus gafas grandes.
Yo la observo mientras sostengo a 'La Nadia que no veis' en mis manos.
Las
sonrisas y miradas tristes tienen algo de mágico. No porque yo sea poeta y me enamore de los casos perdidos. Tienen eso de místico de
sonreírle a la muerte, a la tristeza y a la pena.
El
vestido de flores hasta la rodilla anuncia una primavera que ella no
lleva en la mirada, ella lleva el otoño en los ojos. Marrones.
Mira
como si fuera una hoja que cae, ante la atenta mirada de todos.
Quiere evitar el suelo y romperse, pero ya es inevitable.
Se
colocas las gafas, me mira y sonríe cuando pasa un anciano que canta
bulerías a ritmo de su bastón. No la volveré a ver.
Otoño, sonrieme una última vez antes de que me marche.
Valdemoro.
Otoño, sonrieme una última vez antes de que me marche.
Me
bajo aún con el sabor amargo de su última sonrisa, La Nadia que no veis
me arde desatendida en la mano mientras espero el autobús de vuelta a
casa.